Las cortinas
usadas y ya estropeadas me hacían pensar que yo no estaba sola en ese lugar. De
a ratos oía las gotas de una canilla, que en algún lugar de la afamada casa,
caían sobre una superficie de hierro frío y seco. Me preguntaba qué estaba
pasando, mis pensamientos y mis reacciones apenas se condecían unos con otros y
con la misma revelación de todos aquellos pequeños, constantes, diminutos y
casi vivientes ruidos, iba adelantándome al interior de este mundo, un mundo
lleno de misterios, novedades y cuando no, peligros. El tic-tac de un reloj, a
no menos de diez metros que lo escuchaba mas claramente desde mi oído
izquierdo, un ruido que retumbaba detrás de la pared de un gran armario de
roble hermético, viejo y casi expresivo y que retornaba en golpes secos y
atraían todo mi suspenso y enigma, una gota de sudor que empezaba a caer desde
mi cabello hasta mi nuca; y sin notar la estaticidad del tiempo, aquél silencio
pasaba impávido y sigiloso, lo sentía como si pesara, como si fuese materia,
como si midiera mis pasos, como si costara avanzar, como si hasta ese silencio
ya fuese parte de mi cuerpo. En ese momento ganaba poderosamente mi atención
una silla de madera muy precaria pintada (muchos años atrás) de color amarilla,
yo tenía la mirada absorta en ella e imaginaba que era tan pobre y precaria que
si alguien llegase a posarse terminaría en el suelo. Y a todo esto, al
punto me recordaba con cierta simpatía y nostalgia a la silla de los abuelos
en el campo, la recordaba, allá donde aturdida y enterrada en aquellas
naturalezas, comenzaba a pensar en las cosas arcaicas, tan remotas y consumidas,
tan aquí y ahora, tan pacientes, esas cosas que son arte, y como tal se quejan sin
palabras y siguen su andar sin sonreír.
Ya cuando el miedo y la zozobra me abandonaron,
encontré detrás de mí un sillón soberbio y opulento que hacia juego con la
amplitud de la sala enorme, casi vacía, serena y melancólica. Recostada en el
sillón magnate y poderoso podía mirar cómodamente a los portarretratos
familiares que una pared frente a mi portaba. Los miraba quizás a unos diez
metros, en una habitación donde la luz del sol de las tres de la tarde en el
invierno apenas despedidas de las hendijas de aquellas cortinas amarillentas,
tenue y pobre, era suficiente. Se que todas o gran parte de las sensaciones mas
fuertes que contempla mi corazón son ejemplos y están firmemente aparejadas por
ese momento, las cortinas, el sillón poderoso, la silla deprimente, la soledad
del domingo, los ruidos de las cosas inertes , la arcaica naturaleza, mos pequeños, los dibujos parlantes del jardín de atrás, y
esos portarretratos familiares.. .¡Esos portarretratos! Todavía siento como hundí mi vista en uno de ellos,
no tenia duda de que era una ilusión óptica a merced del ambiente creado por la
calidad de la luz y el entumecimiento del domingo, pero mas allá de eso, me
adormecía por completo la manera en como el niño de la foto me miraba
haciéndome muecas extrañas, primero me sonreía, luego se precipitaba por mi
nula reacción y sin moverse de lugar hacia esos gestos con las cejas mirando a
los demás portarretratos. Decidí mirar a los demás, y
si no fue idea mía, estoy casi segura que cobraron compostura y se dispusieron
serios como si simularan ser estatuas o simples fotos dentro de un cuadro
postradas en una pared desde hace no más de veinte años.
En todas estas fotografías estaban mis hermanos, la pared que los contenía era nuestra antigua casa, y en una de las doce fotos de la pared estaba yo, unos veinte años atrás el día de mi cumpleaños donde yo me encontraba exactamente igual a hoy, tenía una sonrisa indescifrable e inocente puesta en el rostro. Pero todavía no recuerdo que quisimos transmitir en aquel entonces, pues, nuestra niñez aún me sigue resultando todo un misterio.
- Mueren muchas cosas en el instante, pero permanecen ahí para hilar una vida entera.
Contemplo su escritura.
ResponderEliminarCuanta cotidianidad poblada de sentido.
Cada instante mas humano.
Gracias por su visita.
Pd: http://depuesdelospajaros.blogspot.com.ar/
Muchas gracias por visitar! Honroso su comentario, la idea principal es justamente contemplar la palabra, la escritura, y con ello irse. Agradecida y contenta que se ha logrado entonces!
ResponderEliminarGracias nuevamente por su tiempo y sus palabras, lo sigo desde su blog y contemplo su poesía, espero por las nuevas, y extraño sus largos textos también!
Saludos!