miércoles, 11 de noviembre de 2015

Cuadernos


Y ahora te erguís
Como si nunca hubieras descansado
Un soplo de hábitat tuyo 
que de verlo resucitar desespera
Una voz tenue
Un adiós al templo que congela.

Un preámbulo repetirse una y otra vez.
Eterno hacia vos.
En el sur,
mi juramento:
Ahora te erguís
Káiser de la palabra,
ahora te erguís.



lunes, 9 de noviembre de 2015

Casa de Muñecas

Creo que hay una razón del porqué duermo tanto. He tenido tantos, pero tantos sueños, sobre todo en mi adolescencia. La única constante en mí: mi vida onírica, mis sueños, el estado de ánimo en ellos es siempre el mismo: busco algo, o me escapo de algo. Sigo cierto "objetivo" que se va descubriendo sólo a medida que las imágenes solas se van proyectando conmigo dentro, y lo curioso de todo esto, es que mi rostro permanece impávido, inocente y aún a pesar de los años, nunca se transforma.
Esa adicción que tanto me mantiene alerta, eso de tanto soñar y perderme en esas historias tan insólitamante construidas, es lo que de una forma muy extraña, funciona como túnel, hacia todas las demás cosas que no puedo explicar, y que me causan mucho dolor.

Hoy pude ver un "tunel" entre un sueño y aquel importantísimo recuerdo de la niñez:
Estaba en el garaje de la casa del abuelo, ese espacio que desde los '60 no lo habían reconstruido, ni pintado ni cambiado. Siempre incluso en verano era muy húmedo, prácticamente frío, de siesta aún más -como si sugiriera ciertos peligros atractivos para los niños- por sobre todo ese garaje era misterioso.
Se percibía en el centro enorme y abandonado, un auto Falcón verde modelo setenta y tantos del abuelo, que en mi poquísima intuición infantil de aquellos tiempos me ayudaba a percibir al abuelo como un hombre ya retirado, que usaba boina blanca siempre, y que nunca pero nunca se reía, que fumaba mucho y que la casa, enorme y fría nunca se distinguía del olor a espiral o al tabaco. La idea del garaje y todos los símbolos que escondía, y que esconde, es algo que me produce mucho dolor, demasiada angustia. Desde el ángulo de donde lo percibo en mi imaginación, da justo con una puerta muy angosta, pintada de gris, de una madera muy precaria sin cerradura, la última puerta de la casa y que daba al patio y al garaje: la puerta de la habitación de la Olga.
Esa es la parte que más angustia me genera, más misterio encierra y que más clara la tengo en la memoria. No recuerdo cuántos años habría tenido yo cuando vi eso, o si incluso fue percibido ya en un estado de ánimo angustiante por otros motivos. Pero ese garaje frío y oscuro es como una matriz a mi plataforma interna, o el túnel que trata de viabilizar a los demás actos de mi vida tratando de darle un sentido.

Aquél gris portal rodeado por todo esa tumba enorme congelada entumeciendo a una niña, ese mundo radical de los Lòpez, las generaciones de los suicidas, la madre muerta con sus seis hijos a los 33 años, la edad de Jesús, el abuelo llorando a los gritos en la lluvia, tanta tristeza amasada por años en ese enorme caserón donde nadie se animaba a decir nada durante años por miedo a que el abuelo conservador y violento le agrediera. Por momentos creo que el abuelo llegó a reprimir no sólo a sus hijos sino a los hijos de sus hijos, y el adormecimiento se iba heredando.
Mamá resultó ser de grande una mujer muy distante, muy carismática e inteligente para conseguir sus propósitos, pero con un esquema gemelar al de su propia familia: siempre se esclavizó trabajando para no faltar, y por ese esclavizarse nos echaba la culpa de lo sangrado de sus manos de lavar tanta ropa. Mamá sólo hacia tres cosas: trabajaba todo el día en el campo enseñando niños, limpiaba la casa escuchando música tristísima, y se sentaba en su cama a sacar objetos, fotos, alhajas, recuerdos, tarjetas, regalos y pertenencias de sus parientes, todos muertos, y lloraba... lloraba.
Nuevamente se me aparece el garaje, la puerta de la Olga, a medio abrir. Una oscuridad respirando y suspirando un "algo" desde adentro. Siempre supimos que ese lugar era prohibido, que allí la Tía Olga escribía su libro en la máquina de escribir que era del abuelo, y que antes de vender la casa, lo último que habían encontrado eran muchas colillas de cigarrillo y  el libro de ella impreso, con las hojas desordenadas y desparramadas por el suelo que me costó mucho reorganizar.

Yo a ella la recuerdo, era la rebelde de la familia, su segundo nombre bien podía ser Rebelde. También era de géminis. Era muy hermosa, usaba lentes redondos grandes para la época, era sumamente inteligente, no tenía complejos con ella misma, se decía ser libre, era luchadora y emprendedora, al extremo solitaria, con un poder de decisión y de convicción y facilidad de palabra que ya no volví a ver en nadie tan joven, y un sentido original, inédito y muy resuelto de ser: pero adentro, bien adentro de los ojos de Olga, se veía toda la tristeza que cabía en el mundo, nunca vi una mujer tan triste y profunda. Sus huellas, sus estelas de ser, sus símbolos dejaron grabados señales que anclan mis sueños aún quince años después de su suicidio, también a los 33 años: Su garaje, su maquina de escribir, su padre inmutado, su familia muerta, su casa inhóspita, su silencio ensordecedor, algo metálico, frío y solitario que te entraba por la boca y te drogaba y te ensordecía y te dormía.



Recuerdo que había pasado el dedo por el costado del auto, y la línea dibujó un rastro de polvo que me daba la pauta del tiempo y  de que todo lo que permanecía allí no era visto ni considerado por nadie, Nunca encontrada. No reconocida, nunca exigiendo nada, no tenía luz, miré por dentro del auto y estaba intacto, el cuero de los asientos lo asentaban aún más, la palanca de cambio junto al volante desafiaba la gravedad desde hacía miles de años, impávida, quieta, muerta, o dormida.


lunes, 23 de febrero de 2015

Presencia


 Ahora camina por las callecitas de la cuidad,
vivo
hermoso,
y me sonríe.

Cuando se revela en presencias, 
es fantástico
y cuando pone sus ojos en mí,
Ah.
Eso ya es como el Paraíso.




Y como si me lo hubiese propuesto, ese día fuiste el centro del paraíso.

martes, 17 de febrero de 2015

17




Feliz cumpleaños
Chico eterno. 
De vos la copa de la emoción.
A vos un suspiro regalo.
Eterno tu andar en refugios.
Tanta creación.
Camina.
Insólito único.
Camina.
De vos el retorno mareo.
Tu belleza
Las voces creadas, traslucidas.
Tu voz 
Tu aire
La mirada.
Eternas sean.
Camina. Vuela.
Por hoy,
Tacita luz de todos tus recuerdos.





Bello y tacito. Te he aprehendido.

sábado, 10 de enero de 2015

César:


Sé como caminas
Desde la ventana puedo ver tu César
tu baile, tu boca, el valle de la acera donde te camino,
se la distancia con la que tus brazos se chocan a tu cuerpo mientras caminas
El encanto
Se cómo caminas,
yo veo tu César y retengo tu brisa casi todo el día
fruto de los más puros
lealtad de los divinos.
Será que estás en el corazón nacional de esta ciudad
que te oigo todo el tiempo.
Sé cómo quieres,
mis sentimientos son rocas chocando al azar con que escribimos
Camino lento calculando el tiempo de encontrarnos
Sé cómo caminas
Esta ciudad tiene un corazón enorme
que alberga el tiempo guardando la historia, 
tu beso, la palma y el archè en estos versos.
y al dormir regreso a tu sombra, a tus verdes,
a la noche y al silencio abierto y sordo que me entra por la boca.



Come along Fool
A direct hit of the senses you are disconnected
It's not that it's bad?it's not that it's death
It's just on the tip of your tongue, and you're so silent.