miércoles, 27 de febrero de 2013

El cielo está en llamas



Y esas estrellas y demás cosas cósmicas, 
se posaban tan cerca de nuestros dedos, 
que sin esfuerzo alguno, 
nos montábamos en cualquier parte del espacio sideral.
Tocarlo a él era como tocar una parte del espacio.
Allá a lo lejos estábamos nosotros,
un peso muerto en la gloria de la vida,
un renacer en la cúspide de la nada,
y un nosotros sellado por la magia de la atracción.
Estábamos a mil besos de profundidad,
y con la integridad que nos quedaba, 
jugábamos a vernos la cara con los dos ojos cerrados








Aún no terminan de resonar en mis oídos cómo zumbaban las olas apenas entrada la mañana. El agua parecía violenta, y nos contagiaba la velocidad con la que se movía, nosotros eramos como dos pequeños que estaban a años luz de entender sobre el espacio y el tiempo en ese momento, no hicimos ningún tipo de esfuerzo en querernos ese día, solamente nos movíamos al compás de las olas, del aire casi hecho viento, y con el paso de estos últimos  el vaivén de los besos en cualquier parte, y los movimientos de las manos descontroladas. 

Y ahora, mirando lo que quedó de su antigua habitación pobre pero impoluta, de nuestro mundo distante y desdichado, pensaba que la vida del ser humano luego se resume en una enorme capacidad de honestidad y aceptación: quizás sea lo único que nos quede, pensar que somos lo suficientemente locos para creer que allá, en la gracia del eterno retorno, nosotros volveremos a encontrarnos. Incluso con los mismo errores, incluso con las mismas delicias, e incluso hiriéndonos de la misma forma, porque estamos hechos el uno para el otro, incluso en otros mundos.


-Cuando te miro a ti, el cielo está en llamas, 
ojalá no te conociera tanto, pero no tiene sentido,
 una mirada a ti, y el cielo está en llamas.

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