domingo, 6 de febrero de 2022

Nuestro Borges platónico

texto realizado en mayo de 2016

¿Y qué lugar ocupa el hombre en la sociedad? ¿Y quién debe gobernar? Las inquietudes que sobrevolaban por la mente de Platón, que vuelven a intalarse en nuestro discurso cotidiano más que nunca. 
Hubo alguien que dijo alguna vez que todos los hombres somos platónicos o aristotélicos. 

Platón por su parte, amante del orden, del mundo de las ideas, en una época muy política también trata de situar al hombre (y a los diferentes "tipos" de hombres) en su espacio adecuado.  Así iba identificando las diferencias entre los hombres y los iba ajustando a cada uno "en el lugar que mejor le quepa", para que la sociedad funcione y adquiera cierta armonía. 
Platón para reunir ciertas condiciones y edificar tal sistemática filosofía facilitó herramientas para acondicionar un modo de pensamiento, entre ellas, un cierto manejo de la microscopia de las ideas, la catalogación de las cosas sobre la tierra (a partir del cual se organiza toda la diversidad), el armado del arquetipo que diseña el resto de las cosas y la simbología del universo.


- Borges en su Golem:
 «Si el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras rosa está la rosa,
y todo el Nilo en la palabra Nilo.»

 A través de la experiencia con el lenguaje, con un fin político, Platón parece establecer ese orden y esa reflexión necesaria para que el mundo se hiciera más justo y habitable, en el que los más sabios debían gobernar, siempre y cuando hubiera censura a los poetas, se prohibiera de propiedades y capital a los guardianes (trabajadores del estado), y se recurriera al uso de mentiras piadosas al pueblo. Colocando a la educación constante de sus miembros como eje fundamental para que ocupen posiciones de liderazgo, él consideraba que se fomentaría una sociedad bien ordenada y justa donde cada uno tendría lo que merece.
Hoy, en el habla popular se pone en tensión el lugar que ocupa el hombre argentino. No es casual que Borges por su historia haya ido situando dos linajes, por un lado las historias de los guapos y compadritos, cuchilleros y gauchos que orgullosos defienden una tradición y una memoria en los albores del 1900, una argentina "plagada" por la llegada de los  inmigrantes bajo el lema 'poblar es gobernar'. En Borges, el habla popular parece poner en cuestión el estereotipo de su obra literaria, y hoy esa voz que nos llega y nos "lega" constituye una historia de un sujeto que es quien es por las ideas que tiene y las representaciones que posee.
Por otro lado, en la dicotomía borgiana, tambien se sitúan no solo los gauchos y los chuchilleros -los crotos hoy en día- sino también los eruditos y los lectores de la biblia, una posición aristocrática que era movida por la necesidad de ordenar el caos, ante aquella figura amenazante: los sectores populares.
Parte de esto, se puede dar cuenta en un cuento muy hermoso de Borges, llamado "Insomnio", donde el hombre sin poder dormir es acorralado por las imágenes que se le vienen a la cabeza y dice "deben de ser de acero, las paredes de mi mente, para poder soportar todo eso que les voy poniendo adentro", dando esa sensación de movimiento ilustrado, traído del iluminismo elitista donde el conocimiento es acumulable y para unos pocos afortunados.
Allí encontramos un hombre situado en una historia donde su memoria limpia es apabullada por el Otro, por lo peligroso y primitivo, aquello que es necesario esconder y de lo posible matar.
Para esto, en esa etapa de cuentos de matarifes y rufianes, Borges, en un descuido platónico, parece acudir no solo semántica (en cuanto al significado de sus cuentos), sino sintacticamente (en cuanto al orden y relación de las palabras y su función en cada oración), para lo cual se entrega a la clasificación, a los mapas, a las leyes de buscar una técnica perfecta para describir aquello exactamente para lo cual escribía, que fue el resultado de esos cuadernos llenos de gabaratos y lineas gráficas que se conservan en los museos, y que se sabe que conectaban unas ideas con otras, un rasgo muy borgiano.
En Aleph, se conoce que Borges usaba una técnica literaria llamada "Vi", en donde utiliza una enumeración caótica pero con un orden totalizador, sin ayuda de la cual no podría haber escrito el poder del hombre Vs el poder del infinito, representada por aquel punto que contiene a todos los puntos del universo, pero siempre siendo un hombre del linaje ilustrado que es capaz de controlar el mundo.

Es en ese entramado filosófico de reflexiones platónicas ya  descubiertas por un jovensísimo Borges, se podría ir leyendo la historia argentina escindida socialmente. 
En esa literatura donde se sitúa esa dicotomía, los salvajes en palabras de Echevarria, -los federales-, por otro lado los eruditos, los lectores de la biblia, -los unitarios.; o desde el pensamiento sarmientista, también muy platónico: la civilización y la barbarie. 
Platón, cansado y viejo, parece ser que en sus diálogos de vejez, cuando escribe su República, ya habiendo renunciando al poder inherente del lugar del hombre recurre al poder de las leyes por un ordenamiento jurídico, válido y ordenacista que pudiera dar fin al caos, ya que es aquello de carácter legal, ilustre y aristócrata lo que aterra y molesta a lo pulsional y popular, bastante freudiano y cuando no más lacaniano.

Hasta acá nos preguntamos ¿Quién debe gobernar? ¿Cómo está plasmada la realidad en la ficción? ¿Podríamos conformarnos con decir que mediante la capacidad de la literatura de convertirse en praxis es que se convierten en instrumentos para analizar la realidad? ¿será ésta luego instrumento nuevamente para ser revisada pero el sentido original del enfrentamiento constante de dos sectores altamente distinguidos siempre? ¿estará exento de todo análisis profundo? Y es así como la pregunta seguirá apareciendo...
Se puede ver que ambos autores, intelectuales, eruditos, se abandonan sin tapujos al poder de las leyes, esto es, un instrumento que prevenga, condicione y prediga de ser posible, cierto accionar del otro. 
Se deja entrever un aspecto totalitario insoslayable en ambos donde los aterra lo popular y soez de la sociedad. 
Nos golpea la puerta la analógica dialéctica del amo y el esclavo ya tuneada por Marx, pero aún en incipiente despertar por aquella síntesis donde ya no habrá clases. 



- Plaza de Mayo, como todo lo reprimido,
vamos a volver.  

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